domingo, 20 de mayo de 2007

El color del cáncer

-Te conozco demasiado bien, te pasa algo.

-A mí no me pasa nada…son cosas tuyas, no me pasa nada.

-Pero no hablas, abuelo. Llevas una semana sin hablar.

Y él ya no contesta, sólo mira al frente, hacia el televisor. En la misma postura de siempre. Sin embargo yo sé que no está viendo la tele. Podría cambiarle de canal y ni siquiera se daría cuenta. No sé que es lo que ve, eso sólo su mente lo sabe.

Su mirada tiene el mismo color que su piel, gris. Mi abuelo está gris. El mismo día en que dejo de hablar, de salir de casa, se volvió de ese color y le inunda por completo.

Busco a tientas a mi abuela intentando que aporte un poco de cordura, como siempre. Y con una mirada me lo dice todo. Se ha dado cuenta, lleva cuatro meses haciéndose el tonto pero ya no puede engañarse más.

Mi abuela se acerca me coge de la mano y me arrastra a la cocina. Y yo me dejo llevar mientras él permanece en el mismo lugar de siempre, con el gris como única compañía.

-Dejó de hablar el día que se murió la madre de tu tío, se ha dado cuenta de que él también tiene cáncer. De que se va a morir.

De nuevo me abraza con la fuerza de las mujeres que llevan toda una vida luchando, pero no me deja derrumbarme y continúa.

-Yo lo único que le pido a Dios es que no sufra, que siga como hasta ahora, que no le duela.

Asiento en silencio, el día en que me haga vieja será aquél en el que deje de temer a la muerte para empezar a temer al dolor. Tal y como hace mi abuela. La miro intentando descubrir de donde saca las fuerzas, pero no lo consigo. No me lo puedo explicar.

No puedo parar de pensar, en el año y medio de vida que le daban. En que el tumor lejos de irse o de quedarse quietecito, cada día se hace más grande. O en si la mejor solución es empezar con la quimioterapia, o dejarle como está. Porque está claro que sólo le quedan unos meses. Su color lo dice todo.

Lentamente me dejo caer a su lado, me mira y me sonríe empleando las pocas ganas que le quedan. Se lo agradezco con toda mi alma, pues sé que ya apenas tiene sonrisas y que derroche una en mí es todo un honor.

Le miro pero no le reconozco, ¿en qué momento te has vuelto así? Hace tan solo dos semanas era otra persona distinta. Hace dos semanas se reía conmigo, como siempre:

-¿Sabes Sara?, yo tengo una cosa en la garganta que no me deja tragar. Pero yo sé que no es cáncer, yo sé que es otra cosa.

Y yo me maldecía a mí misma por lo que iba a decir a continuación, pero sabía que era lo mejor, lo mejor para él. Engañarle, por muy mal que suene.

-¡Claro que no abuelo!, pero tú tranquilo que te lo van a quitar. Ya verás como dentro de poco puedes volver a comer chorizo, panceta y…pimiento

-No, no, no. De pimiento nada, eso te lo comes tú. Yo me como la tortilla y tú te comes el pimiento.

-Que no abuelo, que yo paso del pimiento, que no me gusta, no sabe a nada.

-¡Normal! Si ya te lo digo yo siempre, que la misa y el pimiento son de muy poco alimento.

Y a lo lejos mi abuela nos echaba la bronca como siempre

-¡Que te he dicho mil veces que no digas eso! ¡Y tú encima le animas!. Si es que tu padre es igualito que tu abuelo, y tú eres igualita que tu padre y que tu abuelo.

Pero como siempre, sin poder evitarlo, se acababa uniendo a nuestras risas. Mi abuelo se reía, era feliz. Tenía un tumor que no le dejaba tragar, pero era feliz. Sin embargo ahora se ha abandonado frente al cáncer. Ha tomado una decisión. Se está dejando morir.

Le hablo, intento que me conteste, pero él ya no me ve. No ve nada. El gris también está dentro de sus ojos. Apoyo mi cabeza en su hombro, si pudiera convencerle…pero es algo que tiene que hacer por sí mismo. Me da la mano y me la aprieta sin fuerza. Muy bien abuelo, tú has decidido morir y yo he decidido no dejarte solo.

Me reconforto en la idea de que al menos le hemos regalado unos meses de felicidad, de no tener preocupaciones. Recuerdo el día en que nos enteramos, en la mirada de los médicos. Nos reprochaban sin palabras que no se lo quisiéramos decir. Y alomejor en otro lugar, en otro momento, en otra persona hubiera sido una mala idea. Pero no en él.

Al cáncer se le vence luchando, o por lo menos se le gana ventaja. Basta un solo segundo de descanso para tenerlo todo perdido. ¿Y qué más da si eres consciente de que estás luchando o no?, ¿Qué más da que tu propio cerebro te engañe si el fin es salvar a tu cuerpo?

Hay personas que pueden saberlo y otras que simplemente, no pueden. Él es de la segunda clase. Saber y pensar que puede morir le acabará matando. Tal y como está sucediendo ahora.

Desde hace una semana su cuerpo ha dejado de luchar. El día en que se dio cuenta de que tenía cáncer se rindió ante la enfermedad por completo. Asumió que la batalla estaba perdida sin ni siquiera intentarlo. Y el tumor se le come por dentro. Y su vida ya sólo tiene un color, gris. El mismo color de su piel. Empiezo a creer que si el cáncer tuviera color, sin lugar a dudas sería ese; el gris.

-Sara, ¿Cuándo te vas a Suiza?

-No sé, en septiembre, pero todavía no sé la fecha.

-¿En septiembre? No vas a estar en el cumpleaños de tu abuelo.

Y una voz débil, cansada, y gris pronuncia “seguramente yo tampoco”.

19 comentarios:

Carabiru dijo...

Jooooooooooooo
Casi me haces llorar...
Qué duro es combatir con esto...
Ains... aún así, es una historia muy buena, con ese eje central del color gris...

Salu2

Anónimo dijo...

No voy a decirte demasiado, sólo que me has tocado, y mucho, la fibra sensible.
Mi abuelo tuvo cáncer terminal, y un hombre que hasta ese momento era un vitalista irredento pasó a decir "A ver si me muero ya".
Me encantaría comentar más, pero se me saltan las lágrimas. Bien escrito.

tormenta dijo...

1. está maravillosamente escrito (de veras, eres todo un descubrimiento)
2. nosotros tampoco se lo dijimos, ella nunca lo supo, pero se la llevó de todas maneras. eso si, el tiempo que estuvo consciente fue bastante feliz.
3.sí es gris, es todos los colores desagradables del mundo.
Un relato precioso nena. Estoy llorando, pero es normal...pero es inevitable.Te felicito.
Un beso grande :)

Popi dijo...

Que me hablen de abuelos me toca los sentimientos más íntimos y uno de los mas sinceros y profundos. Si encima, lo haces con una historia tan triste, desgarradora e insalvable, me deja chafado, para qué negarlo, y eso no es algo que me ocurra muy a menudo leyendo. Adoro a mis abuelos, posiblemente de las pocas personas a las que adore, junto a mi madre y a mi padre. Pensar en que algo asi pueda ocurrirle...., mejor no lo pensaremos, mejor no.
:)
Un beso Sharon

Anónimo dijo...

Buf! que duro...pero lamentablemente demasiado real como para ignorarlo...los pelos de punta me has puesto!!!precioso y perfecto!

Anónimo dijo...

Perfecto. Perfecto.
Algunas frases me han emocionado tanto que se me han saltado las lágrimas, ¡te lo juro!
Un relato duro pero escrito de forma impecable.
Me ha gustado tanto que, ya hace un rato largo que lo he leído y aún sigo "tocada"
Gracias.

Cerezas y besos.

Queralt.

Anónimo dijo...

Puffff, has tocado tan de cerca mi vida que hasta me da miedo. Yo tb he pasado por eso, demasiadas veces quizá, demasiadas. Es muy duro ver que alguien al que quieres mucho se rinde, se deja llevar, pero claro teniendo como adversario al cancer, hay que tener mucha fuerza de voluntad para luchar. Pero fíjate, mi padre la tuvo y mi madre también. Así que estoy contigo, el gris lo oscurece todo, pero si das una pincelada de azul y luego otra y otra, al final se puede vencer. Doy fe de ello.

Me has llegado al fondo del alma, tanto que no he podido parar la lágrima que asomaba en mis ojos.

Un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

A mí ya me ha pasado que, una historia que creía mera invención mía, era la realidad (muy, muy real) de otra persona. Sólo puedo decirte que de todo corazón espero que este relato no sea más que una invención.
Porque en este caso, la realidad la tengo yo, en mi casa y con mi abuelo. Al que primero no querían decírselo; luego se enteró el solito y ahora lucha porque no le da la gana que una mierda tan grande como lo es el cáncer se ría en su cara; de momento es mi abuelo quien se ríe del cáncer y los médicos dan el visto bueno, pero como siempre... es ese puto tragón (que come por dentro la vida de las personas) quien tendrá la última respuesta.

Realmente espeluznante nena. Me ha parecido extremadamente duro, porque sé de lo que hablas, pero también te diré que consigues a la perfección que el lector sienta lo que cuentas, aunque no lo haya vivido.

Has hecho un trabajo cojonudo, no tengo ni una pega. Y repito: espero que ojalá no sea más que eso...

Muchos besos!

Anónimo dijo...

PD: me has sacado una sonrisa con "la misa y el pimiento son de muy poco alimento". Estoy de acuerdo!

Óscar Sejas dijo...

Tan real como la vida misma, tan cruel como un jarro de agua fría por la mañana, así es como llega la noticia de un cáncer, sin avisar, sin llamar, sin pedir permiso y estoy contigo, si el cáncer tuviera un color, ese sería el gris.

Muy bueno Sharon.

Un abrazo

Anónimo dijo...

A ver si puedo escribir porque ahora mismo tengo los ojos empañados y no veo las teclas...
Esto es lo que pasa cuando una narración estupenda se junta con una historia de esas que te tocan la fibra, que la Male se pone a llorar como una magdalena. Transmites mucho con tu forma de escribir y el resultado es este: emocionas.
Tienes mi aplauso, nena.

Un besote y un abrazo guapa.

Anónimo dijo...

Con un café estoy yo ahora también, unas horas más tarde, y con esa sensación de no saber si voy a poder tragar.

El día esta gris, como el supuesto color del mal... Y aunque el relato desprende dolor en el fondo se encuentra la lucha.

Tiene tapices de esos que te hacen soltar una sonrisa y te imaginas.. bueno mejor no imaginar.

Un beso guapa.

Anónimo dijo...

Supongo que nadie sabe como reaccionará en esa situación hasta que le toca vivirla.
Y puede que hoy pienses que lucharías pero , quién sabe, llega el momento y te das por vencido.
Me gusta tu estilo, muy emotivo. Sin parafernalias, sin adornos, directo y conciso.

Un saludo!

Anónimo dijo...

Pues gracias por tu bienvenida y por tus palabras (rojita me tienes). Me alegro haberte inquietado con mi relato. Acabo de leer el tuyo con emoción. La enfermedad, la vejez y la muerte son tres interrogantes por los que todos en mayor o menor medida debemos pasar. A mi me queda sólo una abuela y verla envejecer me apena profundamente. Un beso.mar

Anónimo dijo...

Sólo te puedo decir que has escrito maravillosamente y que has tocado demasiado mi fibra sensible.
Gracias por regalarnos relatos tan buenos.
Besossssss.

Pugliesino dijo...

Han pasado no se, varios minutos desde que terminé de leer tu relato. No podía, no podía escribir mientras permaneciera abierta la puerta de recuerdos pasados, que nunca olvidados, que tu historia abrió en mi mente. Te felicito Sharon, por lo que aportas, porque la fuerza y el coraje no están reñidos con la ternura que envuelve a tus palabras, por ese instante en que el abuelo sonríe que es una victoria rotunda contra el maldito cancer. Son lágrimas de rabia e impotencia por quien lo sufre y lágrimas de ánimo porque estoy convencido que la humanidad con personas como tú y haberlas haylas no claudicará ante semejante mal. La entereza con que está escrito, la fortaleza que da alguien al lado, sabes ? He ido a darle un abrazo muy fuerte a mi padre. Gris es el color del cielo cuando amenaza pero llegará un día en que rayos de esperanza lo atravesarán una y otra vez hasta borrarlo definitivamente. Es un tema que y mas en estos tiempos electorales me quema de rabia, porque tenemos científicos muy capaces que tocan el saxo en el metro. Médicos con 36 horas de jornada, y me hablan de de El abuelo [Deseo que no sea una historia real la tuya, aunque la tinta con la que está escrita sea lágrima del corazón] su nieta, la enorme fuerza que lleva dentro la abuela, el momento que tan bien describes generan una emoción y arenga tal que ojalá te leyeran miles, millones de personas para decirles que sí celebrarán su cumpleaños porque el mundo por fin reaccionó.
Un abrazo muy fuerte

Anónimo dijo...

Es tan duro y tan real al mismo tiempo... Mientras lo leía un escalofrío recorría mi cuerpo...

Besines de todos los sabores y abrazos de todos los colores.

atenea dijo...

Ufffffffff no sabes cómo me ha gustado tu relato de esta semana, de verdad que ni te imaginas lo que necesitaba leer algo así estos días. Mi abuela no tiene cáncer, lo suyo son muchos años más que nada, y ver que se consume poco a poco, cómo va perdiendo día a día... pero supongo que hay que pasar por esto antes o después.

La pregunta final... ¿cuándo te vas a Suiza? uffff pero me lees el pensamiento??? cambia Suiza por Finlandia, cambia cuatro detalles más y ya está, describirías perfectamente mi situación...

Besos!!! y gracias por esta historia, de verdad :)

Pedro dijo...

Es precioso (por lo bien escrito) y muy triste (por lo realista). Casi estaba allí hablando de los pimientos... es un retrato muy vívido de un momento realmente terrible.

Un abrazo,

Pedro.