miércoles, 16 de mayo de 2007

EL MEJOR DE MIS RECUERDOS

El título de aquel libro llamó poderosamente mi atención, hasta el punto de obligarme a detenerme delante de él. Mi subconsciente lo había reconocido enseguida, mi cabeza giró, mi cuerpo se rindió por completo a su voluntad. Cada uno de mis movimientos tenía un solo fin, sacarlo de aquél estante y hacerlo mío.

Mis dedos se aferraron al lomo ansiosos por acariciarlo, era mi libro, era mi historia. Los mejores momentos que he vivido nunca están unidos a él. No puedo hablar de todo aquello sin nombrarlo
- ¿Srta., quiere que se lo cobre o prefiere seguir mirando?
- ¿Qué?...Eh, si perdone, estaba….me lo llevo.
En casa, ¡Al fin! No veía la hora de llegar, corrí a mi habitación, me tiré en la cama y me sumergí en sus páginas. Ahora sí, ahora podía empezar a recordar… Me abandoné en mis sueños, casi podía sentir todo lo que ocurrió esa noche.

Tenía 20 años, había sido un año horrible, había aprendido de una forma brutal lo que duele la vida. Por ese motivo decidí marcharme. No era por aprender un idioma nuevo como hice creer a todo el mundo, era porque tenía una herida tan profunda que sólo la distancia conseguiría que dejara de sangrar.

La ciudad me enamoró nada más aterrizar, y yo se lo puse fácil, no tardé ni un segundo en rendirme a sus pies. No podía creer lo afortunada que era, cada detalle, cada persona que conocía me hacían más y más feliz y me herida se hacía más y más pequeña.

Cuando ya no quedaba nada para regresar a casa le conocí, fue amor a primera vista, sus ojos azules me atraparon y por mucho tiempo que haya pasado aún no me han dejado escapar. Después de tanto tiempo, no puedo evitar al recordarle que se me escape una sonrisa y ruede una lágrima por mi mejilla….

Él fue el causante de que mi estancia en ese país se hiciera más larga de lo debido: “Mamá escucha, te lo estoy pidiendo por favor. Soy feliz, más de lo que lo he sido nunca, necesito quedarme. Para ti son solo unas semanas más sin verme, pero para mí… El día en que yo me suba a ese avión, lo perderé todo ¿Lo entiendes mamá?, ahora más que nunca necesito que me entiendas” Mientras él me cogía de la mano esperando impaciente que le diera la mejor de las noticias. “Por favor quédate conmigo, no regreses todavía a España, no desaparezcas de mi vida tan pronto”

Se llamaba Javi, tenía 22 años y las mayores ganas de vivir que había conocido hasta entonces. Supimos al instante que el resto del tiempo lo pasaríamos juntos, ¿Cuántos días nos quedaban?, ¿Cuatro?, ¿Cinco? ¿Una semana quizá? Lo que fuera, pero siempre juntos, ya habría tiempo de separarse después, de echarse de menos.

Me trasladé a su piso a los dos días de conocerle, no parábamos de hablar, de reírnos de todo. Recorríamos la ciudad dados de la mano, sintiendo como el tiempo se nos escapaba entre los dedos. Nunca antes había sentido la necesidad de que se parara el reloj, justo ahí, en ese instante. Lo deseé tanto que por un momento pensé que se podría cumplir.

Pero la vida pasa y no espera a nadie. La última noche que pasé a su lado fue simplemente la mejor noche de mi vida y el mejor de mis recuerdos.

Serían las cinco de la mañana, se incorporó, me miró, me dedico una sonrisa y se levantó de la cama. Fue hacia la mesa, despacio, recreándose en sus suaves movimientos y cogió algo. Lo cogió con cuidado, como si temiera romperlo, lo acarició y me lo tendió.

Lo recibí entre mis manos, sabía que era importante, importante para él. Le miré a los ojos y me encontré con los suyos invitándome a descubrirlo. Era un libro, se sentó a mi lado y me contó su historia

- ¿Lo has leído? Me preguntó al mismo tiempo que me acariciaba la espalda
- No, había oído hablar de él, pero nunca lo he leído.
- Debes hacerlo, a mí me cambió la vida. Me hizo darme cuenta de algo ¿sabes? Todo pasa por algún motivo.
De repente me abrazó, me abrazó tan fuerte que pensé que iba a romper a llorar.
- Lo que te pasó a ti, lo que te hizo venir hasta aquí, eso no ha sido casualidad, ¿me entiendes? Tenía que pasarte algo muy malo, tenía que ocurrirte algo que te obligara a estar aquí ahora. Porque si no tú nunca lo habrías hecho, ¿Me equivoco?
- No, supongo que tienes razón, yo no estaría aquí de no haber sido por…
- A eso me refiero, tú no estarías aquí y yo no te habría conocido. Hay veces que es necesario estar mal, para después estar muy bien. Todo pasa por algún motivo, nada es casualidad. Eso es lo que me enseñó este libro y es lo que quería enseñarte a ti. Tú viniste buscando la felicidad, era tu sueño. Querías ser feliz y el universo conspiro para que nos encontráramos.
No sé el tiempo que siguió abrazándome, sólo sé que no paraba de hablar y yo no podía contener las lágrimas.
- Sara he estado pensando
- ¿En qué?, ¿En qué has estado pensando?
- Quizá pueda arreglarlo para quedarme solo un mes más, y luego puedo volver. Puedo volver a España, puedo pedir el traslado a Madrid. No sería mañana claro, tendríamos que esperar pero…no sé Yo no puedo seguir pidiéndote que te quedes, tienes que volver, tienes un examen, tienes una vida…Ni siquiera puedo pedirte que vuelvas al terminar tus exámenes porque tienes que seguir estudiando… - Pero Javi no puedes volver, has luchado mucho para conseguir esta beca. No puedes dejarlo, tienes que seguir.
- Si pero puedo no hacerla, siempre puedo abandonar, no me importaría si tu fieras el motivo, te quiero.
- Pero no…
- No Sara déjame hablar, eres la mujer de mi vida y ahora lo sé. Nunca esperé encontrarte, soy tan difícil de entender… Pero tú lo haces a la perfección, me complementas. Sin ti mi vida no tendría sentido, ¿Qué voy a hacer sin ti? Necesito despertarme a tu lado cada día, saber que estás entre mis sábanas... Pero si te vas, si te vas de mi cama no voy a poder siquiera conciliar el sueño.
- Sabes que no podemos, yo también te quiero, pero los dos sabíamos que esto acabaría el día en que yo me fuera. No es nuestro momento, nos hemos conocido en el momento equivocado.
- Lo sé, no me hagas caso.
- Javi yo no me perdonaría nunca que lo abandonaras todo por mí. No puedo pedirte eso, ¿No lo entiendes?.
- Claro que lo entiendo, no tengo más remedio ¿no?. Por favor no llores, eres lo mejor que me ha pasado. Prefiero estos días contigo, haberte conocido, haber sido tan feliz en tan poco tiempo, que haberme pasado toda la vida sin ti.
Me besó, me cogió la cara entre sus manos y me hizo prometerle que al llegar a España leería el libro, que cada vez que no encontrara sentido a nada, leería el libro. A las pocas horas nos pusimos en marcha, mi vuelo saldría enseguida. No nos soltamos hasta que pasé el control, pero antes de irme me di cuenta de algo;
- Javi, ¿Cuál era tu sueño?
- ¿Qué? Me preguntó mientras se giraba hacia mi voz y se sacaba las lágrimas al mismo tiempo
- Mi sueño era ser feliz, pero ¿Cuál era tu sueño? ¿Por qué me has conocido?
- Mi sueño, sin duda, era encontrarte

Fue la última vez que le vi.

Me subí a mi avión, me senté en mi asiento y saqué el libro de mi bolso, El Alquimista de Paulo Coelho, no paré de leer en todo el viaje, excepto cuando me despedí de la mágica ciudad que estaba abandonando, Nueva York.

Aquella despedida la guardaré en mi corazón el resto de mi vida junto con cada uno de los momentos que pasé a su lado. Ahora cada vez que quiero reencontrarme con él, cada vez que una nueva herida se abre y necesito que alguien me diga “esto también pasará”, leo este libro y dejo que sus palabras me lleven hasta él, hasta Javi, hasta nuestra ciudad.

Las personas estamos hechas de recuerdos, por mucho que intentemos olvidar, ellos siguen ahí, viven con nosotros. Seguramente nos dejen tranquilos por un tiempo. Se apagan, nos dejan seguir con nuestra vida. Ellos esperan pacientes hasta que de repente, algo ocurre y se despiertan. Quizá sea una canción, un aroma, una frase, un lugar… o como en mi caso, un libro.
Para Javi, donde quiera que estés, gracias por regalarme este libro y por formar parte de mí, siendo el mejor de mis recuerdos.

No hay comentarios: