martes, 26 de agosto de 2008

Lo que mi alma callaba



Desde que tengo memoria nunca he temido a la página en blanco, siempre me costó muy poco trabajo llenarla, no más de lo que mis dedos tardaran en coger el bolígrafo o en colocarse sobre el teclado. Mi corazón siempre me decía que era porque la mayor parte de mis historias las escribía mi alma y era mi cabeza quien decidía sacarlas.

Nunca le creí, hasta que un día el blanco de la hoja empezó a dañarme las pupilas mientras el cursor aparecía y desaparecía en un desafío macabro. Cuando alguna palabra saltaba de mis dedos para romper el paisaje inmaculado, él retrocedía sin miedo para después continuar con ese guiño cruel y continuo gritándome sin sonidos que esto no iba a tener el final por el que yo luchaba.

Ahora sé que mi corazón siempre tuvo razón y que nunca tuve miedo al blanco del papel, si no más bien, a leer lo que mi alma callaba.

Aunque no se quejaba demasiado si que es verdad que de vez en cuando la oía llorar por las noches. Lo hacía en silencio porque tenía miedo de que me despertara y la regañara. Pero la conozco muy bien y sé que en el fondo sabía tan bien como yo, que llorar tanto tiempo es de todo menos sano.

Te echa de menos, empezó a hacerlo el mismo día que se despidió de ti. En realidad tuve que obligarla porque ella seguramente se hubiera quedado a tu lado. Nunca lo dijo pero sólo porque según se nos iban acabando los días yo empecé a prohibirla hablar muy alto. Ese día se rompió intencionadamente dejando un trozo de ella entre tus brazos. Desde entonces la duele y se queja, susurra constantemente a mi oído una especie de murmullo envuelto en lamento. Al principio no era mucho, yo esperaba que se terminara cansando, pero nunca lo hizo.

No entendió demasiado bien mi rechazo, por eso durante un tiempo vivimos separadas, ella iba a un ritmo y yo la empujaba al mío, sólo que a veces, el cansancio de arrastrarla me podía y me ganaba todas las batallas. No sé en que momento decidió aprovechar su situación privilegiada. Decidió utilizar el vacío que quedó en mi cuerpo después de romperse para convertir ese leve susurro en un eco penetrante que ya no pasaba tan inadvertido.

Poco a poco todo empezó a contagiarse. Mis movimientos cada vez estaban más cansados, mi expresión dejó de ser la que tú conociste y mis palabras morían en mi boca porque el sonido del eco no me dejaba recordar ni siquiera como se pronunciaban.

Hasta que un día mi corazón se quejó, nos puso a la una frente a la otra y nos obligó a mirarnos a los ojos, a que la guerra terminara. Después de muchas horas firmamos un pacto. He vuelto a dejarla hablar, a terminar con la hoja en blanco, ahora ya no hay nada que mi alma se calle. A cambio, ha decidido escucharme. La dejo llorar por las noches siempre que ella me deje sonreír por el día.

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Imagen: autor desconocido

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes los ojos más bonitos que he visto en mi vida, de esos que llaman la atención, siempre te lo he dicho.
Te llevaste el tamaño de tu madre y la forma de tu padre, una mezcla perfecta. Grandes y rasgados con esas pestañas tan largas de las que siempre te quejas porque no te puedes echar rimmel sin sacarle el ojo a alguien :)
Del color del tiempo, como tu siempre dices, marrones claro cuando está nublado y verdes cuando hace sol.
No me gusta verlos tan tristes, no los puedo ver así...
Te quiero mucho, lo sabes verdad? y estoy aqui, siempre estoy contigo

Anónimo dijo...

Enhorabuena Sara, hallar esa victoria de uno mismo y del alma con el corazón al mismo tiempo,sobre ese muro o delgada línea que silencia las palabras es dificil de conseguir. Y lo lograste.
No dejes nunca de escribir!!

Animo! Un abrazo

maria dijo...

A veces nos empeñamos en dejar el alma aparcada por miedo a que sus llantos nos contagien el día.
Pero la virtud esta en el termino medio. Muy buen termino medio el del final de la historia.
saludos ^^

Anónimo dijo...

"Después de muchas horas firmamos un pacto. He vuelto a dejarla hablar, a terminar con la hoja en blanco, ahora ya no hay nada que mi alma se calle. A cambio, ha decidido escucharme. La dejo llorar por las noches siempre que ella me deje sonreír por el día".

Eso lo resume todo (y no sólo esto, sino todo lo demás también. O así quiero creerlo yo...) ;)

Me alegro mucho,porque... aunque suene muy "interesado", de ese pacto yo me beneficio :P


P.D. Junto al "No mancha, no duele y no tiene efectos secundarios..." se me olvidó poner que tampoco caduca, así que... ;) Y realmente tengo ganas de que lo hagas, porque me intriga que libro se quedaría fuera de esos siete (apuesto a que los otros dos son los escritos en gallego) Y, por otro lado, me encanta que coincidamos tanto!!!! Es que... tenemos buen gusto maja, ¡es lo que hay! jajaja

Un besiño!