lunes, 14 de abril de 2008

Cuando el gris aparece de nuevo

La oscuridad lo envolvió todo, y supo que cuando volviese la luz todo habría cambiado. Pero no volvió, la oscuridad se quedó ahí siempre con él. Permanece atrapada dentro de sus ojos impidiéndole cualquier posibilidad de volver a verla. Aunque los abra ya nada tiene el mismo color que antes.

Fue en ese momento cuando se dio cuenta, ya nada tiene sentido si ni siquiera la luz forma parte de sus días, permanece encerrado en su pequeño mundo de color gris con la oscuridad abriéndose camino a su paso.

Pero él lo sigue intentando, por su familia, por su mujer, por sus hijos, pero no por él. Lucha cada día por cambiar su vida, por abandonar la oscuridad, porque la luz vuelva a inundar sus pupilas. Sólo que lucha sin fuerzas y el cansancio empieza a ganar la batalla.

Cuando le vi después de dos meses, sólo me basto un segundo para darme cuenta, el aura gris que le rodea es fatalmente inconfundible.

Abrió los ojos y me distinguió entre las sombras, me abrazó mientras repetía mi nombre con su garganta rota. Me abrazó y yo le recibí con todo el dolor de mi corazón y casi sin aliento en mis pulmones. Nunca me había abrazado de esa forma, nadie me había abrazado así.

Me agarraba con sus agotadas fuerzas como si de esa forma fuera a impedir que volviera a marcharme de nuevo. La oscuridad que le rodeaba empezó a filtrarse en mi alma y algo demasiado conocido recorrió mansamente mi espalda para terminar revolviéndose en mis tripas.

Me faltó el aliento, mis músculos se quedaron quietos mientras oía como repetía mi nombre y lo lejos que había estado todo este tiempo “Sara, Sara ya estas aquí”. Cerré los ojos, el gris me obligó a hacerlo, no quería verle de nuevo. Durante un segundo rogué al cielo olvidando que la piedad no es una de sus virtudes y cuando empezó a robarme las fuerzas el recuerdo no le consintió hacerlo.

Recordé la primera vez que cáncer y tumor se hicieron un hueco en mi estómago, la primera vez que me dejaron sin voz, sin músculos, sin oídos, sin lágrimas. Reviví el dolor, la pena, la incertidumbre y al mismo tiempo, la esperanza que como siempre, es lo último que se pierde.

Recordé como el escalofrío se adueño en numerosas ocasiones de mi cuerpo, como me paralizó las piernas y la garganta el primer día que fui a ver al abuelo al hospital cuando un fin de semana era todo el futuro que le esperaba.

Le volví a ver tumbado en la cama, con la máscara de oxígeno, suplicándome con los ojos que le dijera algo, lo que fuera, que se lo hiciera más fácil. Recordé como me tendió la mano y el tiempo que tardé en cogérsela. Recordé como el escalofrío me hizo perder el tiempo, su tiempo.

Recordé como el día del entierro me maldije mil veces por ello, y al día siguiente y al otro y al otro…Recordé como lo sigo haciendo.

No podré perdonarme todo lo que el escalofrío me robó de mi abuelo, no puedo perdonarme haberle consentido hacerlo.

De repente me di cuenta de que no había derramado ni una lágrima, ni siquiera cuando después de hablar con mi madre por teléfono las palabras “cáncer de pulmón” se hacían las dueñas de mi cerebro. El escalofrío me había dejado seca por dentro.

Así que tragué saliva, cerré los ojos, apreté los dientes y lo empujé hacia abajo con todas mis fuerzas, no podía tenerle ahí de nuevo, no en ese momento. Me separé de papá (a ti nunca pude llamarte abuelo) y recuperé mi voz, mis músculos, mis oídos y por supuesto, mis lágrimas.

Me preparé para pasar a su lado cinco días consintiendo que el escalofrió se retorciera lo justo para no hacerme perder el tiempo, su tiempo. Aprendí a convivir con él, a respetar sus movimientos dentro de mi estómago sin que me invadieran tanto por dentro que no me dejaran moverme por fuera. Consentí de nuevo que el gris tiñera su vida, sólo que esta vez no rompí a llorar al darme cuenta. Miré al cáncer de frente haciendo como si no lo viera tal y como hacía cada día hace ya ocho meses.

Pero como he dicho antes, el gris se ha metido en su alma y el cansancio empieza a ganar la batalla...

-Sara bonita, la muerte no es mala, no cuando se ha vivido tanto, tú tienes que saberlo- pronunciaron sus labios mientras sus ojos sin luz se encontraban con los míos.

-Lo sé papá, lo sé -dije sonriéndole al mismo tiempo que una mano gris se refugiaba entre las mías y un suspiro de alivio rompía un poco el gris del ambiente.

No pude decirle otra cosa, no quise decírsela. Sé que el gris de su piel se le está empezando a comer por dentro, que la oscuridad es lo único que le rodea y que por mucho que lo intente, el desaliento y la falta de ganas son demasiado fuertes. Por mucho que me duela no puedo, no voy a pedirle que luche si no quiere hacerlo, esta vez no.

12 comentarios:

Josu Ansoleaga dijo...

que triste el relato. parece qe está escrito con el sentimiento de quien le ha tocado vivirlo de cerca, no sé si será el caso, espero que no. de cualquier forma tienes capacidad para trasmitir, a mi me ha llegado, y eso que no soy de los que se ponen sensibles...hay algo de crudeza muy humana en el relato

suerte en la vida cuentacuentos
hasta más ver!

C'sar dijo...

La vida sigue adelante, Sara, y lo que ahora te parece gris al mirar a tu abuelo, cambiara de color cuando lo recuerdes en un futuro.

No dejes de escribir, ni de soñar, continua con este blog y sigue expresando todo lo que tienes dentro de ti.

Muchos besos

Anónimo dijo...

Rebienvenida!!!!
Con respecto al cuento, sabes transmitir sentimiento sin caer en el sentimentalismo fácil ni en la cursilería, y eso me gusta. :-)

Con respecto al tema...jops...si es autobiográfico de verdad, mucho ánimo!

Un beso!

Anónimo dijo...

Un relato que te llega según avanzas los párrafos. Te pudes llegar a hacerte una idea del sufrimiento, tanto del propio enfermo, como de la gente que le rodea.

Es una lástima, pero es ley de vida.

Pero la vida da más cosas buenas, y una de ellas es tu relato -otra, quizá, sería el poder escribir con el corazón, ya que muchos escriben sólo por inercia -, y de él siempre se puede sacar algo bueno; al menos el orgullo y la felicidad de poderlo haber escrito y comunicado al resto.

Nos vemos!
Hell.

JuAntonio dijo...

hace dos madrugadas entré en tu blog. deambule por él y leí la historia con la frase de la última semana. era tarde y no dejé comentario, pero pensaba hacerlo.
recuerdo q el tema de la historia se repetía en otras entradas y entendí q sabías de lo q hablabas.
yo, en cambio, no podría escribir como lo has hecho tú. sin conocerte "me atrevo" a decir que eres una valiente y yo "quizás" sea un cobarde.

la narración está más que cuidada. el desarrollo de la historia es muy bueno.. y me gusta q acabaras con ese pequeño diálogo entre tú y tu abuelo.. sabiendo de la dificultad de terminar "bien" una historia que trata sobre el cáncer.

gracias por pasarte por mi blog, y gracias por tu post...


a la espera de tu siguiente historia...

ósculos!

Anónimo dijo...

Hola pesiosa!!

Lo primero que te quiero decir es que me alegro muchísimo de que "andes" de nuevo por aquí. Si te soy sincera, no sabía que el comentario que dejaste en mi blog era tuyo. Cómo te me has cambiado el nick... ;)

Y ya lo segundo: cuando leí en el foro que era una segunda parte dos cosas se me vinieron a la cabeza. La primera fue que seguramente habría leído la primera parte (porque soy fan confesa tuya, jeje) pero que iba a mirarlo. La segunda... la segunda me hizo desear que no fuese la continuación que precisamente ha resultado ser...

Ya en su momento, te dije algunas cosas de manera atropellada y seguramente explicándome fatal, pero sigo pensando lo mismo. Admiro tu valentía por coger al toro por los cuernos y ser capaz de plasmarlo de esta manera.

La de lágrimas que acabo de soltar no te lo imaginas. ¿Los motivos? Muchos y de todos los tonos posibles de gris: por la historia en sí; porque es muy real; porque en su día fue una realidad en mi familia (y no sólo en la mía...); porque las cosas siguen igual y se nos va llevando de uno en uno sin que nadie sea capaz de frenarlo y, también, por la realidad que hay implícita en el final de tu relato: porque no podemos ser egoístas y pedir que sigan luchando...

Un besito muy gordo y enhorabuena por ser capaz de transmitir tanto y de la manera en que lo hacías/haces y, apuesto por que, seguirás haciendo.

Josu Ansoleaga dijo...

:| no entiendo porqe no funiona el link ese a mi perfil...internet me la tiene jugada, coño..
en el futuro me mostraré tanto en el foro como en mi blog como Josu Ansoleaga (poko original, lo reconozco).

...y avanti con la vida
siempre quedarán motivos por los que sonreir...se que es lo ke se dice en estos casos, y a mi me fastidia repetirlo, pero esque, comprendido resultan más que palabras. animo!
un abrazo y hasta pronto Sara

tormenta dijo...

bienvenida de nuevo, a pesar de lo triste de la historia y de que se me ha encogido el corazón a leer cosas que me resultan bastante familiares, me alegro de haber pasado por aqui, y haberte reencontrado.

un beso grande bonita

Anónimo dijo...

No puedo comentarte, porque aunque lo he leído, mi padre murío así, y para mí no es momento de revivirlo...

En cierto modo, todo lo que no diga no me hará sufrir de más.

Saluditos!

Pugliesino dijo...

Existe un alma en la montaña que no dejará de darte fuerzas! Y la vida está siendo muy dura pero nunca te rendiste y caminas dejando el coraje de tus huellas sobre ella.Sigues las suyas,la de los luchadores.
El relato es sobrecogedor y a ti como a quienes se han enfrentado a ello o vivido de cerca algo tan terrible mi abrazo y admiración!
A seguir adelante.

Anónimo dijo...

Sariiiiiii :)

Cuanto me alegra verte por aqui de nuevo, te dije que volverías a inspirarte. Lo único que lamento es que haya tenido que ser así, y lo que más me jode es que ocho meses (ocho meses ya?) después de que se muriera tu abuelo de cáncer de esófago te encuentres con esto....

Que lo siento mogollón niña, pero que sé que tú ya sabes lo que tienes que hacer y que vas a afrontarlo con una sonrisa que es como siempre afrontas las cosas (y hazme el favor de no sentirte culpable por estar en Suiza y no en Madrid, q nos conocemos)

Por cierto que me he enterado que no perdonas ni un fin de semana de esqui (esto no se le hace a una amiga :P)

Pero bueno, el año que viene (siiii el año que viene, porque aunq tu digas q no te pregunte lo q vas a hacer el año que viene q te agobias, yo SÉ que te vas a quedar a vivir en Suiza, lo sé, y tú también lo sabes sólo que no lo reconoces) pues eso, que el año q viene me llevas a Zermat o a los cuatro valles o a donde tu me digas que eres la experta :P, que con la "nieve" que tenemos aqui seguro que no me quejo

Que te quiero tonta y que aunq te echo de menos un montón sé que eres muy feliz allí y con eso me vale :)

Besitooooos!!!!

Klover dijo...

Desgraciadamente hay mucha gente así...es ley de vida...pero es así...Tu relato destila mucha tristeza pero me ha gustado la forma con la que nos lo dejas y sobre todo el diseño de tu blog.

Hasta la próxima