martes, 8 de julio de 2008

La última pregunta

La interrogación sin punto sólo sería una curva peligrosa, a la que intentar aferrarse con todas tus fuerzas antes de cerrar la pregunta que la origina.


Yo tenía millones de preguntas sin punto, tantas que mis manos no eran capaces de abarcar a todas ellas y resbalaban una y otra vez por líneas sinuosas y deformes.


El motivo por el que carecían de punto era, sin ninguna duda, que no quería saber la respuesta, sobrevivía en un mundo en el que las preguntas quedaban tendidas en el aire y las respuestas atrapadas en tu boca.


-Es mejor así- te decía y tú asentías con la cabeza al mismo tiempo que tragabas las palabras que no había querido escuchar.


Pero no me pasaba sólo a mí, tú también guardabas mil preguntas que no querías terminar. Lo sabía porque las respuestas me arañaban la garganta y a veces no me dejaban respirar, pero no me quejaba, las empujaba al fondo de mi alma y una nueva interrogación incompleta resbalaba entre mis dedos.


Al final me perdí yo entre las líneas, tanto, que llegó un momento en el que dejé de saber donde empezaba y donde acababa la pregunta que se gestaba en mi cabeza, y mientras resbalaba por los múltiples trazos incompletos, tu mano me alcanzó y me trajo a tu lado. Tus brazos me sujetaron tan fuerte que una última curva quedó atrapada entre los dos.


Fue en ese momento cuando decidimos ponerle el punto y descubrimos que al final los dos teníamos la misma pregunta y guardábamos la misma respuesta.


Desde entonces vivimos sin plantearnos nada, utilizamos la mirada para preguntar lo necesario y las caricias para dar respuesta a lo que sólo los dos sabemos.

5 comentarios:

Sara dijo...

Me gusta cuentacuentos, sobre todo, porque de una misma idea surgen conceptos completamente diferentes... es el caso de tu historia, has dado un giro a la frase pero has sabido mantener el sentido y hacer de esa frase una parte compacta con el texto. Los tres primeros párrafos son de sobresaliente.
;)

Rebeca Gonzalo dijo...

Narración simple, pero directa y evocadora. Muy bonita. La imagen muy acertada, hasta el punto de ser tanto continente como contenido. Me explico: es como si la propia imagen suscitara el relato y no fuera un mero complemento. Me ha gustado y me alegra ver que de nuevo regresas al cuentacuentos. ¡Enhorabuena!

tormenta dijo...

es un cuento raro, un planteamiento, que, por lo menos, a mi me ha hecho reflexionar sobre los problemas de comunicación.
hay que felicitarte por lo original del mismo.
un besazo guapa!

Pugliesino dijo...

Como las dos mitades del corazón;temor y amor,el sonido de la mirada y el silencio del abrazo.El instante de la curva,la emoción de que habrá al otro lado,en una narración que lleva hacia la respuesta.
Toda una senda mágica.
Un abrazo!

Anónimo dijo...

"Desde entonces vivimos sin plantearnos nada, utilizamos la mirada para preguntar lo necesario y las caricias para dar respuesta a lo que sólo los dos sabemos".

La historia ya de por sí es buena, muy buena, pero... ese último párrafo es una verdadera maravilla de principio a fin.

Un besote muy gordo, guapa!